Entre las cosas que he realizado en mi vida, tener
mi propio escape room es una de las cosas que más me han marcado y de las que más
he aprendido, tanto de los errores como de los aciertos. Aunque tuve que cerrar
por cuestiones externas al negocio, fue un regalo ya que gracias a esa
experiencia vinieron los descubrimientos.
En primer lugar, descubrí en mi misma unas
habilidades que no sabía que tenía, descubrí mucha creatividad en mi cabeza que
estaba sin usar y deseando salir, y mucho mucho amor por crear. Crear me llena
y me hace feliz. Creo en los proyectos que hago y en su poder. Y te voy a contar un secreto, cuando
encuentras aquello que te apasiona, da igual todo lo demás, tú ya has
encontrado tu camino y no hay quien te pare.
En segundo lugar, descubrí la gamificación,
descubrí el poder que tienen las experiencias basadas en juegos y por supuesto
fue como una revelación. Cuando descubrí la gamificación estaba creando juegos
para las personas con el único objetivo de entretener (aclaración: cuando juegas no solo es entretenimiento y diversión, ya
que, pese a que su único objetivo sea
ese, también hay muchos más aprendizajes implícitos en los juego que vienen de
forma natural cuando juegas). Pero, con la gamificación visualicé otra
forma de crear que no solo hiciera disfrutar y fuera por puro entretenimiento,
sino que “aportara mucho más” (así es
como lo dije en su momento, ahora lo llamaría de muchas otras formas).
EL GUARDIÀ DE LA MÚSICA DEL TEATRE JOAN DE JOANES
Hace unas semanas realicé un escape room para los
alumn@s de la escuela de música donde trabajo, para celebrar el día de la
música (22 de noviembre). Vinieron principalmente alumn@s más pequeños, lo
que fue una pena porque estos no pudieron disfrutar íntegramente del juego, ya
que el juego estaba creado para un público más mayor (entre 9 y 13 años aproximadamente).
Aun así entre la directora de la escuela y yo pusimos todas nuestras energías
para que saliera bien y creo que lo conseguimos gratamente.
Hoy os vengo a hablar de este escape room y por
supuesto de los beneficios que aporta el hecho de realizar este tipo de
actividades lúdicas.
Soy de las que creen firmemente que lo que hace de
cualquier cosa algo bueno es una buena historia. Las buenas historias pueden
ser el éxito y las malas el fracaso. No sé si lo consigo siempre, pero al crear
cualquier proyecto o actividad lúdica le dedico mucho tiempo a pensar en la
narrativa, en que ésta tenga una historia con la que los jugadores además se
puedan sentir identificados, dependiendo siempre de a quién me estoy dirigiendo
con mi juego. Es más, os seré sincera, es
la narrativa, la que me orienta siempre a crear todo lo demás.
En el caso del escape room, la historia era sobre
una leyenda que me inventé. La leyenda habla de un fantasma que se llama “El guardià de la
música” (el guardián de la música), el cual solo aparece los días próximos a la
celebración del día de la música. Éste aparece porque es el que
protege y cuida la música de ese teatro y para asegurarse que ningún músico
primerizo no sea digno de tal arte como es la música, realiza unas pruebas para
que estos se lo puedan demostrar.
Bueno viéndolo con profundidad, es una leyenda sencilla
con la que se pueden sentir totalmente identificados, por una parte por ser una
historia que ocurre en el terreno que conocen (el teatro Joan de Joanes), y por
otra parte por identificarse como músicos primerizos. Ellos saben que tienen mucho que aprender de la música (Yo también creo que tengo mucho que aprender
de la música. Aunque un alumno saltó
diciendo: Yo ya llevo muchos años estudiando música…😂😅.
Desde la historia con la que se sienten
identificados creamos todo lo demás. La estética es importante en cualquier
actividad lúdica, aunque en esta ocasión no pude centrarme en ese aspecto. No
obstante, el día que se realizó la actividad descubrí zonas del teatro
realmente terroríficas, dignas de una película de miedo y ahí estaba yo para
aprovechar esa oportunidad. Algunos niñ@s pasaron miedo, sin pretenderlo, pero pudimos
calmarlos con nuestra presencia. Todo estaba bajo control.
En cuanto al diseño, fue un juego creado para
niñ@s de entre 9 y 13 años aproximadamente. Las pruebas eran musicales, aunque
perfectamente realizables sin tener grandes conocimientos musicales. Mi objetivo no era un examen de conocimientos, quería que
estuvieran relajados, y que conectaran con la historia y con la reflexión
final. Había dos equipos, cada uno con información complementaria y necesaria
para avanzar en el juego, por lo que necesitaban comunicarse entre ellos
constantemente mediante walkies.
¿QUÉ BENEFICIOS APORTÓ EL PROYECTO?
Estos son algunos de los beneficios que nos
aportan este tipo de actividades lúdicas, obviamente hay muchos más beneficios,
pero estos son los que aportaron mi proyecto ya que éste se creó como actividad
externa a las horas lectivas y como festejo del día 22 de noviembre. El escape room en un contexto educativo es mucho más que una actividad lúdica sin más, y los docentes lo saben.
· Trabajo
en equipo. Los alumn@s tuvieron que comunicarse entre ellos
y organizarse para superar las misiones del juego. Fue una experiencia que
disfrutaron como grupo por lo que de alguna forma les unió emocionalmente. Si analizamos la interacción de los alumn@s
con el centro de música, podemos hablar de asistencia a las clases y audiciones
dentro de un año escolar. Ahora bien, de acuerdo con un estudio del Instituto
de Investigación Biomédica de Bellvitge y la Universidad de Barcelona, combinar
un componente emocional positivo con un determinado estímulo, refuerza la
memoria futura. Por lo que las experiencias emocionales se recuerdan mejor que
las neutras. ¡Hay que sorprender desde lo emocional! Por lo que animo a todos
los centros de música que realicen este tipo de actividades lúdicas que se
salgan de lo habitual y que refuercen ese componente emocional muchas veces
olvidado entre las clases y las audiciones.
· Autoestima:
Los
alumn@s tuvieron que superar obstáculos por ellos mismos por lo que cada vez que superaban
una prueba era una victoria. Y eso es algo que pude comprobar, cada vez que
superaban un acertijo, se sentían aún más motivados que al principio
(motivación intrínseca). Acordaos que el
gran reto era demostrar lo buenos músicos que son y serán delante del guardián
de la música. Por lo que aún se potencia más la autoestima al superar los
acertijos, ya que lo relacionan con la música.
· Resolución.
Tenían
un tiempo limitado por lo que se potenció la capacidad de resolución de problemas.
En este caso, fueron los más mayores los que asumieron este rol dentro del
equipo. Aunque los no tan pequeños fueron los encargados de explorar el terreno
para encontrar todas las pistas posibles y por haber, y los más pequeños…bueno, los más pequeños estaban centrados en
que no apareciera el fantasma por ningún lado. Y así todos colaboraron para
la resolución final.
Para finalizar, quiero dejaros la carta final que
encontraron en la última prueba que se convirtió en la promesa del día de la
música:
El Guardià de la Música del Teatre Joan de Joanes fue un proyecto creado para ellos, los verdaderos protagonistas, los pequeños pero grandes músicos: los alumn@s de la Escuela de Música La Lira Fontina. Gracias por disfrutar conmigo de esta experiencia.